Escolio CCXCVIII

   Tan imprevisibles son las consecuencias de sus actos que el hombre resulta finalmente mero espectador de la historia que hace. (Escolios nuevos, p. 36)


   Tal es la complejidad de todo hecho histórico que siempre podemos temer que de un bien nazca un mal y siempre esperar que de un mal nazca un bien. (Escolios nuevos, p. 37)
   
   La única razón de esperar fue expresada cabalmente por Huizinga en unas de sus últimas palabras: “El hombre felizmente no tiene la última palabra”. (Escolios nuevos, p. 37)

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[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo].

Comentario (con perdón de don Nicolás y de los lectores):

   El primer escolio no puede sino hacer sonreír, por la verdad palmaria que expresa y porque, al entenderla, nos arrebata la frecuente, y falsa, sensación de señorío, de algún dominio sobre la “vida”, así como nos quita y libera de la importancia que, también falsamente, nos atribuímos. Aun cuando con plena deliberación logremos algo de lo que efectivamente nos proponemos, los frutos deseados están o cargados de unos bienes muy superiores a los deseados, o rodeados de esa pestilente baba que suele ir sembrando o nuestra soberbia, o el demonio encargado de cada uno de nosotros.
   Entendido eso no pude dejar de trascribir el segundo escolio, leído con anterioridad en la página siguiente a la del primero. ¡Qué felizmente sintetiza don Nicolás, al mencionar lo que podemos temer y lo que debemos esperar, nuestra humilde injerencia en la historia!
   De allí que haya trascrito el tercer escolio, sabiendo que con los otros lograría una mejor comprensión de él, y que él iluminaría a los otros. ¡Qué tranquilidad debe darnos la esperanza, la seguridad de que el hombre no es el señor de la historia! Ni Hitler, ni ningún otro poderoso, ni todos los que intentan imponer y someter y dominar —que son los que caen en grande en la tentación del endiosamiento—, ni nosotros, en la pequeña escala de nuestra gran soberbia limitada por nuestra pequeñez de medios, “nos saldremos con la nuestra”.
   Espectadores, perplejos observadores de lo que hacemos: y no por ello ni menos libres ni menos responsables.

[Johan Huizinga fue un estudioso, pensador e historiador holandés; murió en 1945, en no lejano exilio de su hogar decretado por los nazis]