Maximizar es el imperativo moderno; optimizar es el
imperativo civilizado. (Escolios sucesivos, p. 87)
* * *
[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo].
Comentario (con perdón de don Nicolás y de los
lectores):
¿Quién puede negar esta patente verdad? ¿Quién podría negar que
maximizar, producir más, vender más, ganar más, y sus correlativos competente,
eficiente, etc., son los esquemas aceptados por todo hombre de hoy, casi sin
excepción? Algunos (a quienes otros consideran ¡filósofos!) llegan al colmo de
hablar de ¡familias efectivas (cuyo sinónimo eficiente es a duras penas
disimulado)! Todo es producción (hasta la educación), todo es éxito (¿tiene el
pobre [el bienaventurado] éxito ante el mundo actual?, ¿o el mártir?), todo es
ser parte del sistema del consumo. El sistema prostituye a todos, y todos tan
“felices” (como prostituta frívola que se ríe para disimular que sabe que es
objeto de burda vejación).
Algunos llaman a esto “civilización”. No Don Nicolás, ni otros, que son
(somos) pocos, muy pocos, y nada “eficaces” desde el punto de vista que importa
a las “estadísticas”.
Trabajar bien, trabajar honradamente, dar Gloria a Dios, servir a los
hombres: ese debe ser el ideal de un hombre “civilizado”. Respirar y caminar
por la tierra no siendo muy indignos del aire y del suelo que nos sustentan. Y
¡a la porra producir…! ¡Trabajar, trabajar! Buscar el Reino de Dios y Su
justicia, que todo lo demás es añadidura.