Escolio CCCXV


   Cuando la vejez logra ser bella, no hay belleza juvenil que le gane. (T. II, p. 79)
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[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo]

Comentario (con perdón de don Nicolás y de los lectores):

   Son pocos los afortunados que logran percibir la belleza de la vejez, pues ahora es la que más se nos oculta; en general sólo apreciamos la belleza del ser entre los 6 meses y los 5 años, más o menos, y entre los 15 y los 34, por decir algo. Hay excepciones, claro, y tal vez muchas, pero la pertinaz y aplastante manipulación de la imagen de las y los modelos han hecho una tarea tan exitosa como destructiva. Quizás no haya nada que nos haya hecho tanto daño —exceptuando tres o cuatro cosas, entre las que cuento la música— como el uso y el abuso del cuerpo humano a modo de anzuelo de nuestra atención.
   No hay nada que carezca de belleza: en cada ser y en cada uno de sus posibles estadios hay resplandores de divinidad. La vejez no es castigo, y aunque ciertos aspectos suyos sean un mal fruto del pecado, la fuerza de la Creación divina es superior, y en ella irradia esa fuerza, y deberíamos percibirla y ser arrobados… como a algunos ocurre cuando se les concede el milagro de dar con ella.