Escolio CCCVII

   Las mentes receptivas a todas las ideas son menos hospitalarias que prostituídas. (Escolios sucesivos, p. 21)


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[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo]

Comentario (con perdón de don Nicolás y de los lectores):
   
   Don Nicolás escribió esto, o así me lo parece, para dos tipos de personas, y no para un tercero. En primer lugar dice algo a quienes “todo les parece bien”, a quienes toda idea, sea verdadera o no —y sobre todo si está “de moda”, si es lugar común, si es parte del bagaje de su tiempo— les complace y la toman como suya, para luego exponerla, tanto para defenderse de ciertos argumentos, como para justificar su “open-mindedness” (apertura de mente). En segundo, a quienes pueden sentirse tentados con aceptar esa postura vital para no estar “desfasados” o para no sentirse contra corriente. A quienes no se dirige es a quienes solo buscan la verdad: esos no se dejan ni tocar ni “fecundar” por nada que no pase el examen, por nada que no esté bien fundado, por nada que no “cuadre” con lo mejor que se ha dicho y pensado, y sobre todo con La Palabra Divina.
   Y entonces traduzco: el “open minded” en este sentido (no el comprensivo, no el que procura amar a todos odiando la mentira o el error), se parece más a una mujer prostituta que a una dama buena anfitriona; pues el buen anfitrión no permite ni tolera cualquier modal, e “impone” un tono, la elegancia, y logra lo mejor del huésped, mientras que la mujerzuela (la que se entrega sin todas las debidas condiciones) tiene que soportarlo todo: ese cebarse en ella propio del “anfitrión”, cualquier bajeza, cualquier villanía. ¿Con qué autoridad moral podría exigir un determinado comportamiento?
   La verdad, la bondad y la belleza (del cuerpo, de las maneras, del decir…) siempre van juntas.