CCCXVII

   La libertad es el metal en que se forjan los grillos. (Escolios nuevos, II, p. 154)



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[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo]





Comentario (con perdón de don Nicolás y de los lectores): 

   Como siempre, don Nicolás ilumina un aspecto —más terrible por su insidioso ocultamiento bajo apariencias de bondad— de la (falsa) libertad que trajo consigo la modernidad, la “liberté” de la revolución francesa, la hija del llamado “libre examen” de Lutero (según el cual no es necesaria autoridad alguna para comprender la Sagrada Escritura). Quien busca, exige, aspira y reclama esta falsa libertad, y no tolera obstáculo alguno en su ejercicio, termina siendo un esclavo infeliz, de sí mismo y de toda posible atadura (los grillos) en este mundo: relaciones, cosas, hábitos… Uno mismo, criatura imperfecta, errática, voluble, débil, inconstante, etc., etc., etc., es el peor de los tiranos.
   La única libertad que hay es la de la Verdad, y la Verdad enseña que hay que perder la propia vida, que hay que renunciar a sí mismo. ¿No es esto justamente lo contrario de lo enseñado por los predicadores de la actual libertad, que nos tratan como si fuéramos dioses, seres supremos sin nada por encima de nosotros, a la vez que nos ordenan: toma, compra, bebe, busca, rebélate, déjate llevar…?
   ¿Usted es cristiano, o quiere serlo? Mate en usted mismo todo resto de esa infeliz independencia, de ese “libertinaje”, de esa libertad irresponsable en las que nos moldea, hasta lo más íntimo, la actual cultura con sus abrumadores y omnipresentes medios, esos a cuya nociva influencia nos exponemos con la seriedad del animal camino al matadero.