La idea peligrosa no
es la falsa, sino la parcialmente correcta. (Escolios sucesivos, p. 12)
* * *
[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro
para usted, como de hecho deseo.]
Comentario (con perdón de don Nicolás y de los
lectores):
Y la
civilización occidental —como un todo orgánico misterioso, procedente de la
cristiandad o conjunto de pueblos unidos por la fe en Cristo— anda perdida y
sufriendo en su destierro de la Verdad, principalmente en medias verdades, y en
no pocos perfectos errores, respecto a todos y cada uno de los puntos de la
vida: desde el origen y el destino de cada uno, hasta el ejercicio físico,
pasando por el deporte, el estudio, el trabajo… En nada acierta, todo lo valora
mal, su infelicidad suicida es patente: acelerada, deprimida, millones vagando
de corazón en corazón y de cuerpo en cuerpo, sin paz alguna, sin sosiego, sin
gozo serio en la belleza creada…
La excepción es irrelevante en términos sociales (aunque sea gozosa a los ojos
de Dios). Se puede decir que todos viven en las muy abundantes patrañas
parcialmente correctas, pero esencialmente falsas. ¡Cuántos espíritus
engañados, cuántos perdidos, cuántos en la confusión! ¡Y cuántos cómoda y
confortablemente encadenados, sordos y ciegos a toda advertencia —que se les
antoja desquiciada, loca, insana—! Esclavos encerrados en la caverna descrita
por Platón, viviendo en la falsa realidad que para ellos proyectan en el fondo
de la caverna (hoy con abrumadores y admirables visos de realismo:
“documentales”, películas, dibujos animados, series…). Cuán fácilmente se
comprende a esos “pobres” profetas, a los dolorosamente solos profetas de aquél
Israel idólatra. ¡Cuánto motivo de lágrimas para los de ahora!
¿Se puede salir de ese estado, en el que la víctima no sabe que está? ¿Se puede
saber si lo que uno cree es verdadero o no, real o no, la verdad? Se puede, se
puede. Buscando honradamente, amándola más que a uno mismo, usando bien del
intelecto, viviendo la disciplina de la abstención (apagar los medios de
manipulación), buceando en el interior y aceptando la revelación de Dios (no lo
digo en orden). Solo así, y con esfuerzos (apoyados por Dios), se descubre, y
se puede vivir en ella; y evitar de ese modo los mil peligros bien urdidos por
la antigua serpiente.