CCCXX



   Para no ser crápula hoy se requiere un alma casi tan vigorosa como en otros siglos para ser santo. (T. II, p. 133)


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[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo]



Comentario (con perdón de don Nicolás y de los lectores):

   Crápula es sustantivo (confío en que mi lector sepa qué es un sustantivo) usado para referirse al hombre que vive en el vicio y el libertinaje, aquel don Juan Tenorio que no se priva de mujer que lo atraiga (si logra seducir, claro, o si no recurriendo a todo tipo de placebos), que no se niega cuanto placer le pide el cuerpo y su interior, que evade todo deber, que no es “leal” sino a sí mismo, que vende todo (familia, amigos, principios que haya podido tener como suyos) a cambio de seguir su antojo y su parecer.

   En razón de la invitación casi obligante de la actual propaganda y del medio en que vivimos, de las costumbres de las que estamos rodeados y que nos presentan como si fueran lo natural y camino a la felicidad, don Nicolás dice que la evasión de semejante vida, a la que todos nos sentimos tentados (claro, he ahí el peligro), requiere de una fuerza interior muy grande, pero grande realmente. Y así es: escapar a la propaganda obscena (¿no lo es toda, pues toda es mentirosa?), a la música hedonista actualmente omnipresente, al cine corruptor posterior al año 60, y a la maldita y tonta, tontísima televisión, es cosa de héroes (conozco a 3 ó 4); evitar toda seducción que se nos cruza; no caer en la constante invitación al licor de más, a la comida de más, a los gustos caprichosos (siempre de más, siempre insatisfechos), y evitar toda curiosidad, que es la que nos lleva a acercarnos a la invitación misma…, requieren la “virtud probada” del santo. ¡Quién lo fuera!