Escolio CCXV


Como el arquitecto moderno confía en las posibilidades infinitas del progreso técnico, el edificio que construye lleva implícita en su médula la convicción de su pronta caducidad. El arquitecto de ayer, en contra, no sentía que su habilidad técnica fuese un estadio transitorio, sino un acierto irremplazable. El arquitecto actual no imparte serenidad ni grandeza a sus inmensas construcciones, mientras que palacios y templos métricamente modestos despliegan una vastedad solemne ante el espectador atónito. (T. II, p. 31)