CCCXVI

   El clero moderno cree poder acercar mejor el hombre a Cristo insistiendo sobre la humanidad de Jesús.
   Olvidando así que no confiamos en Cristo porque es hombre, sino porque es Dios. (Escolios sucesivos, p. perdida)

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[Por favor prescinda de lo siguiente si lo anterior es claro para usted, como de hecho deseo] 

Comentario (con perdón de don Nicolás y de los lectores):



   Don Nicolás, según me parece a mí, no alcanzó a ver que el clero moderno carece de fe en Dios o en Su Hijo Jesucristo, y creía, a mi parecer ingenuamente, que el clero moderno tiene alguna intención que pueda considerarse sobrenatural. El clero moderno está perdido, y, como los malos pastores mil veces malditos, confunde a todo el rebaño, lo dispersa (¡con cuánta eficacia!), lo destroza, le quita la fe, le mata la esperanza y destruye la poca caridad que le quedaba. El clero moderno es un conjunto informe de seres confundidos, de pastores protestantes, de liberales que creen amar al hombre e interesarse por él, de seres que confían en que tienen “buena intención”.

   Ese clero mata a Jesucristo en Su Cuerpo Místico, tal y como hicieron los sacerdotes del judaísmo del primer siglo de nuestra era con aquel Dios-hombre al que no quisieron aceptar. Y, como ellos, creen actuar en nombre de Dios. Pero la “buena” intención no agrada a Dios si es conducida por una fe errada; tan solo da gloria al Creador un amor a la Verdad que sea más fuerte y más eficaz que el amor a sí mismo.
    
   Dios se hizo hombre. ¿Por qué resulta tan difícil creer eso y parece resultar fácil creer en la influencias de las piedras (por ser celestes no dejan de ser seres minerales inanimados), en la energía de los árboles, en la bondad de los perros? Respuesta: porque esa fe no “exige” nada a cambio. Quien cree en eso puede abortar, puede fornicar, puede emborracharse y puede expoliar a su hermano sin remordimiento alguno.